Akory de lahaly! iKarol no anarako. Avy aColombia fa mipetraka aty aKianjavato. ¡Como estuvo tu noche! Mi nombre es Karol. De Colombia, pero vivo en Kianjavato. Estas fueron las primeras frases que logre decidir mientras aprendía malgache, el idioma oficial de Madagascar. Si leyeron bien, Madagascar, la cuarta isla más grande del mundo ubicada en el océano Indico al lado del canal de Mozambique, aunque para muchos la única referencia que se tiene de esta enigmática isla es tristemente la película que no tiene nada que ver con la realidad. Muchas se preguntarán como una rola llega a vivir en un país tan lejano. Esa historia comienza en el 2015 después de vivir más de 15 años en Estados Unidos. Para ese entonces tenía un trabajo estable, vivía en un pequeño apartamento en Washington D.C. y pasaba muchos fines de semana entre museos y rumba, pero sentía que mi vida no tenía propósito. Así que en menos de seis meses me preparé para hacer un cambio radical, pero antes de sumergirme en esta historia, vamos a empezar desde el principio porque este capítulo de mi vida no sucedió de la noche a la mañana.
Cuando tenía 18 años tuve la oportunidad de viajar a los Estados Unidos con el propósito de aprender inglés y pensé que mi estadía seria de algunos meses, pero la vida tenía otros planes. Esos meses en realidad se multiplicaron y resulte quedándome por casi 16 años. A lo largo de los años que viví en el extranjero, tuve que superar muchos desafíos que me hicieron más fuerte y decidida a perseguir mis sueños. Sueños que han cambiado a medida que me hago mayor, pero me siento afortunada de decir que he logrado muchos de ellos.
Ser migrante me ha dejado muchas lecciones de vida y me tomaría demasiadas hojas para nombrarlas todas, pero destaco estas 2:
Se de mente abierta para aceptar las diferencias y similitudes que tenemos como seres humanos y crecer a partir de ellas. Se de mente abierta para aprender cosas nuevas todos los días. Se de mente abierta para entender que el concepto de “sentido común” cambia según la cultura, el país y su gente, y si difiere del tuyo, no te hace mejor que ellos
Se flexible para vivir en diferentes condiciones. Se flexible para probar diferentes sabores. Se flexible para ver todos los colores de las culturas y las personas que conozcas en el camino y disfruta lo que el mundo tiene para ofrecer.



Esto te dará un sentido de humildad y tu ayudará a entender tu privilegio y usarlo para empoderar seres a tu alrededor. Una vez que hayas salido de tu zona de confort, verás que el mundo no gira a tu alrededor. Comenzarás a encontrar belleza en las cosas pequeñas y te darás cuenta de que el mundo está lleno de personas maravillosas que quieren hacer cosas buenas para la humanidad.
Volviendo a mi historia como migrante, tuve muchos trabajos mientras viví en Estados Unidos, desde limpiar casas hasta trabajar en grandes corporaciones. Todos dejaron una marca en mi vida, ya sea una nueva habilidad que aprendí, gente que conocí o simplemente el apoyo monetario para continuar con mi educación superior. Tuve el privilegio de ir a la universidad para completar mis títulos de pregrado y maestría, pero el camino fue largo y difícil porque siempre tuve uno o dos trabajos mientras iba a la universidad y me tomó mucho más tiempo que al estudiante promedio terminar, pero lo logré y es un gran motivo de orgullo. Después de obtener mi maestría en salud pública, decidí mudarme a Washington D.C. donde trabajé como intérprete médica en uno de los hospitales mas grandes de la ciudad que atiende una gran población latina, especialmente de Centroamérica. Básicamente, mi trabajo consistía en ayudar a pacientes latinxs que no hablaban inglés para comunicarse con el personal médico, viceversa, para que recibieran la atención adecuada. Este trabajo me ayudo a entender de cerca algunas de las dificultades que enfrentan los migrantes que no hablan inglés cuando necesitan acceder al sistema médico, aunque tambien refleja algunos obstáculos del día a día como retrasos o mal servicio en la atención, dificultades económicas, falta de acceso a información vital sobre su salud o responsabilidades financieras por nombrar algunas. Por otro lado, también me ayudo a darme cuenta de lo afortunada que era de tener un pasaporte y poder viajar sin restricciones, haber aprendido inglés, haber estudiado en la universidad, tener un trabajo con beneficios, y la lista sería muy larga para este blog. Pero lo más importante es que ser intérprete médica me mostró que estaba destinada a trabajar con comunidades y no estar sujeta a un trabajo de 8 a 5 en una oficina corporativa.

Entonces, envié mi solicitud para servir como voluntaria en el Cuerpo de Paz (Peace Corps), una agencia estadounidense que trabaja en más de 60 países. Después de un año de espera, recibí la noticia de que iba a ser asesora de salud comunitaria en Madagascar. Solo tenía unas cuantas semanas para preparar un viaje de 27 meses al otro lado del mundo. Vendí y doné mis pertenencias y empaque una maleta que me traería a Colombia para disfrutar un tiempo en familia, visitar a mi mejor amiga de toda la vida, comer muchas cosas ricas, recargarme de energía y buena vibra antes de iniciar este nuevo capítulo.

Aunque no recuerdo el día exacto, si se que hace 10 años, en febrero del 2015 abordé un avión rumbo a Filadelfia a conocer el grupo de voluntarios con quienes viajaría a Madagascar. Después de muchas horas de vuelo y un par de escalas llegamos al aeropuerto internacional Ivato donde nos esperaban unos buses para llevarnos a Mantasoa, una pequeña población rural donde pasaríamos nuestras primeras semanas de capacitación para ayudar a todos los voluntarixs a hacer la transición a la vida en comunidad de la manera más fluida posible. Aunque el Cuerpo de Paz ha creado un programa robusto de capacitación a lo largo de los años, no te prepara completamente para la vida una vez que estás en tu comunidad asignada. Aquí es donde ser flexible y de mente abierta realmente me ayudo, de lo contrario no me habría quedado tanto tiempo. Podría hablar de mi experiencia en Madagascar durante días, pero me centraré en los aspectos importantes de este capítulo de mi vida.




Tonga Soa aty aKianjavato. Bienvenidos a Kianjavato.
Durante mi primer mes de “sobrevivencia” en la comunidad a la que fui asignada, y a la que hoy considero mi segundo hogar, estuve completamente perdida con el idioma. Durante el entrenamiento había aprendido lo básico del dialecto betsileo, pero en esta región se habla primordialmente tanala. Imagínense llegar a Bogotá para aprender español y después de 7 semanas terminan viviendo en algún pueblo de la costa caribe ¡Algo así me paso! No tengo cuenta de cuantas horas pase sentada en el mercado local escuchando a la genta para acostumbrarme a los sonidos y entonaciones. Tampoco sé cuántas tazas de café me tome en un pequeño puesto local tratando de imitar lo que escuchaba y que la gente reconociera mi cara. Aunque fue una tarea frustrante y desgastante, a las semanas empecé a distinguir palabras, saludos y con la ayuda de mi papa adoptivo, iAben´niFaby otras personas maravillosas de mi comunidad, mi malgache empezó a evolucionar. Estaré eternamente agradecida a todas las personas que me dieron la bienvenida, me extendieron la mano y me apoyaron durante todo mi tiempo en mi amado pueblo, Kianjavato.






Al inicio, mi trabajo como asesora de salud comunitaria se centró en la prevención de malaria ya que la prevalencia de esta enfermedad tropical es una de las causas principales de muerte de cientos de miles de personas en el país. Por año y medio aproximadamente me dedique a enseñar en las escuelas del municipio sobre los síntomas, la transmisión y desmitificar tabúes sobre la enfermedad. Gracias a este trabajo, fui invitada a Malaria Stomp Out en Senegal, una iniciative de Cuerpo De Paz para aprender sobre otras experiencias, practicas y actividades que se podrían aplicar en el territorio. Fue una maravillosa experiencia que aporto mucho a mi trabajo, pero tambien me hizo comprender que mis esfuerzos eran mínimos y pronto vino el desgaste mental y físico. Así que tome la difícil decisión de cambiar de enfoque y me dedique a un proyecto de saneamiento e higiene con las 14 escuelas del municipio.



Casi al mismo tiempo que cambié mi campo de trabajo, decidí extender mi servicio un año más, así que, en lugar de vivir en Madagascar durante 27 meses, me quedé 39 y amé cada minuto. También le di vida a un nuevo proyecto que cambiaría el rumbo de mi vida para siempre, pero en ese momento ni me alcanzaba a imaginar lo que pasaría años mas tarde. A mediados del 2016, cree la Fikambanana Tovovavy Mijoro, que traduce organización Niñas de Pie, era un espacio para 15 niñas de entre 12 y 15 años.
La “fikambanana” fue, sin duda, mi mayor desafío, pero también fue el trabajo más emotivo que realice en Kianjavato. Mi nivel de malgache mejoro porque tuve que aprender a comunicarme con niñas y adolescentes y entender su jerga, aprendí a ser creativa con los recursos que tenia a la mano para crear encuentros interesantes y tuve que volverme increíblemente paciente y resiliente. Estar con las niñas tambien me hizo ver la vida desde otro punto de vista. Me abrieron los ojos a los desafíos que las niñas deben enfrentar a diario, desde los estereotipos de los roles de género hasta los obstáculos que representa la menstruación cuando no hay educación, recursos o la infraestructura para vivir esta función corporal normal con dignidad, por nombrar solo algunos aspectos. Comprendí cómo los estigmas y tabúes en torno a nuestro ciclo menstrual pueden ser perjudiciales para la vida de las niñas, adolescentes y mujeres.
En Madagascar, estos tabúes están tan extendidos en la cultura y vida cotidiana que la palabra que se usa frecuentemente para referirse a la menstruación es “fadimbolana”, la cual traduce el tabú del mes. Al inicio de la creación de la fikambanana, no hable sobe el ciclo menstrual por varias razones, mi falta de confianza en el dominio del idioma y mi temor que las madres no aprobaran que hablara sobre el tema fueron las 2 principales. Meses antes de prepararme para hacer maletas una vez más, conocí a una mujer increíble, Maia, que había comenzado un proyecto de base cuya misión era promover el acceso a la educacion sexual integral (ESI) en comunidades rurales. Maia me invito a una capacitación sobre menstruación y gracias a este evento, pude hablar sobre el tema con las niñas. Tristemente la intervención fue limitada porque no tenia mucho material educativo ni recursos para invertir mas en el tema, y mi fecha de partida estaba muy cerca. Al final, les enseñe brevemente sobre el genital femenino y como hacer toallas de tela reusable. Me gustaría poder volver en el tiempo y regresar al 2017 para enseñar lo que se ahora. Ya que no es posible, lo único que puedo hacer es seguir agradeciendo a estas 15 niñas que me enseñaron tanto y cambiaron la trayectoria de mi vida para siempre.



Aunque quedan cientos de historias por contar, estos 39 meses de vida marcaron un antes y después en mi vida gracias a todas las personas que conocí, los lugares que visité y todas las experiencias que tuve en este maravilloso país.
Para celebrar la culminación de mi servicio con el Cuerpo de Paz, mi mejor amiga y yo nos embarcamos en un viaje de 6 semanas a 5 países diferentes antes de regresar a los Estados Unidos. Más allá de todos los lugares increíbles que visitamos, este viaje me ayudó a darme cuenta de que ya no estaba destinada a vivir en Estados Unidos. Decidí volver a casa para descansar y poner mi vida en perspectiva para ver cuál sería el siguiente capítulo. Después de una pausa de 8 meses, recibí una oferta de trabajo como directora de programa para una ONG internacional de Texas que crea experiencias similares al Cuerpo de Paz, pero diseñadas para estudiantes de bachillerato. En el 2018 estaba nuevamente haciendo maletas para ir a Panamá a crear un programa piloto para esta organización. Este trabajo fue extremadamente exigente, pero gracias a él entendí cuanto había crecido como profesional y como ser humano.


Un año después, me encontré en una encrucijada, sin saber a dónde ir ni qué hacer con mi vida. Había pasado meses buscando trabajo y no había ninguna luz al final del túnel, así que decidí postularme nuevamente al Cuerpo de Paz e ir a Kenia. Aunque pensé que era una muy buena candidata para ese puesto específico, no me aceptaron y me sentí devastado. Empecé a dudar de mí misma, de mis credenciales y de mi experiencia. No tenía idea de qué hacer en ese momento porque sentía que todas las puertas se cerraban ante mis ojos y no podía hacer nada para cambiar eso. Sólo después de haber tenido un par de conversaciones claves me di cuenta de que estaba buscando en el lugar equivocado. No estaba destinada a trabajar para una ONG internacional como pensaba, ni tampoco vivir en otro país.
Gracias a todo lo que aprendí en mis años viviendo en el extranjero y, más importante aún, a todo el conocimiento que obtuve trabajando con Fikambanana Tovovavy Mijoro, decidí comenzar mi propio proyecto de base enfocado en promover el acceso a la educación menstrual integral como un derecho fundamental para niñas en Isla Fuerte, Bolívar. En medio de la pandemia, empecé a darle alas a este sueño sin saber a ciencia cierta si iba a funcionar o que rumbo iba a tomar. Por cosas del destino, una persona de la isla creyó en esta idea y gracias a él, pude hacer la primera visita en octubre del 2020. Aunque todo era muy incierto, en febrero del 2021 inicie los primeros talleres piloto con 5 niñas a quienes les pareció interesante la idea. Hoy 4 años después, somos una fundación registrada con 30 niñas entre los 5 y 16 años. Hemos llegado a 7 comunidades e impactado alrededor de 240 niñas y mujeres. Nuestra misión es promover la autonomía corporal y la toma de decisiones a través de un programa mas robusto para aportar el desarrollo integral de nuestras participantes.



La vida no es un camino recto con un destino único, al contrario, es un viaje lleno de desvíos, escalas y planes espontáneos. La forma en que recorres este viaje y como respondes ante cada desvío es tu decisión, así como cuál es la huella que deseas dejar durante tu vida. Este viaje te puede convertir potencialmente en un catalizador del cambio siempre que estés dispuesto a usar tu privilegio para apoyar a la causa que se acerque más a tu corazón. Misaotra betsaka anaero aby!